octubre 13, 2015

Treinta (He aprendido)

He aprendido a reconocerme
a saberme un asco de persona
hecha y derecha, un alcohólico
y un consumado poeta de los malos
que escribe por no tener nada mejor
que hacer cuando le cae encima la noche
sujeto a cigarrillos y a botellas de ron.

He aprendido, de los que creo grandes
de los jodidos, de los que yacen muertos
de los que duermen en bancas de parque
de la vida, de la muerte, de la ausencia
que a diario me florece en los huertos
tan calvos de flores regando su esencia.

He aprendido que los sueños sangran
cuando a media noche nadie los mira
que la grandeza no es más que un aula
donde no cabe la utopía de la belleza
la citadina letra que habla de borrachos
y del hedor cotidiano de la alcantarilla.

He aprendido que la verdad del amor
siempre es distinta y sumamente febril
cuando la vida es necesaria para crecer
a la par arropando estrellas azules
que no hay nada más triste que la lluvia
cuando no me queda mas que arder
al escribir sobre crueles ataúdes.

He aprendido recién por la mañana
según el diagnóstico de los profesores
que tengo futuro dentro de su lógica
para el estudio vil que tanto detesto
y que la beca en la universidad me espera
si rechazo mis noches alcohólicas.

He aprendido que la gente me piensa
un mamón por ser catalogado de extraño
que mis amigos me tienen cierto respeto
que la luna me ama, que soy sin quererlo
un camuflado gato hallado aún despierto
revolcándose en la arena de los treinta.

He aprendido a amar como un estúpido
también, y con eso en esta noche incierta
me quedo, en esta mesa en la que escribo
una apología para mi recién treintena.

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