octubre 20, 2015

Amarillismo

Dos perros furiosamente ladran
a la oscuridad clandestina de la noche
a los teléfonos que nadie contesta
recién pasadas las noticias de las nueve
y un tipo suicida en su gris apartamento
con un revólver apuntando a su testa.

Mañana mismo por la tarde
pasará el voceador de las notas amarillas
vendiendo la sangre en sus noticias
y tachará al suicida de pusilánime cobarde.

La gente espera ansiosa el amarillismo
sin notar que los ladridos de los perros
no es más que un llanto carente de cinismo.

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