El azul marino de las cortinas
resalta el rojo de las paredes de ladrillo
y mata de tajo el encanto de la ventana.
Han vuelto los gatos y los despertares
recién llegada las luces del alba
que encienden a quemarropa mis ojos
y mi primer y más letal cigarrillo.
Afuera el mundo es una bola de fuego
y sigo sin comprender cómo es que el mundo
no comprende el mismísimo infierno
brotando desde cualquier alcantarilla.
Mi vaso tiene razón cuando se vacía
y pide a gritos dos onzas de ron con hielo.
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