A sus treinta
el cuerpo aún le sonríe
los chicos la miran
cuando compra en el mercado
y en sus caderas el diablo se ríe
de los cuentos que les cuenta
sobre sus virginales labios.
A sus treinta
me viene a contar de la pureza
del sentimiento
del vacío de las noches solitarias
y de sus mentidos sueños
que la han llevado a soñar con mi cama.
¡Vaya mierda!
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