Mi habitación a solas
espera por mí
muy a menudo
abriendo su puerta
de la mano de alguna chica
que pinte las paredes de azul
y corra las cortinas oscuras
de ésta tan mala mía testa.
Mi habitación me tiene fe
por mí un extraño salve reza
llegando sólo cada noche
medio poeta y medio embriagado
de los grises que me abordan
la espalda cual fieros azotes.
Mi habitación es un santuario
donde la perdición y la grandeza
se beben diariamente un trago.
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