Ayer escribí un relato corto
muy bueno
hablaba de una señora
de piernas peludas
y extremadamente regordetas.
También escribí dos poemas
que no valen mucho la pena
le di mi número telefónico
a una chica esperando que nunca llame
bebí media botella de ron
y un par de oscuras cervezas.
Ayer vi dos peleas en el subterráneo
fumé veintitrés deliciosos cigarros
y dormí metido en un torbellino ciclónico.
Estoy tratando de acordarme
del por qué atribuí como bueno
la historia de aquel relato corto.
Quizás fue un lindo sueño.
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