Media uno sesenta quizás
ojos grandes y casi negros
labios gruesos y rojos
su cadera en simetría con sus hombros
cinco o seis kilos de más
cabello lacio a mitad de la espalda
estudiada, buena lectora
buscando sonreír ante la nada
de lo que soy en este ahora.
La abracé fuertemente seis segundos
y después seguí mi andar errante
como lo hacen los certeros vagabundos.
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