Tú no reías con mis idioteces
estallabas en rojas risotadas
y eso era el maná para mí
aquello que el alma me llenaba
el arcoiris después de la llovizna
el mejor filtro de todo el alquitrán
que ahora me tiene amarillo y nocturno
eras mi bar donde mi trago rellenaban.
Hoy puedo hacer a varias chicas reír
y después de tanta risa me abrazan
pero ninguna como lo hiciste tú
cuando para mi idiotez fuiste su casa.
Hoy necesito un abrazo certero
una vela encendida y un poema
que te diga que me estoy muriendo
al saberte cada vez más lejos
de la letra de este terrible y embriagado poeta.
Tú no reías con mis idioteces
me hacías disfrutar ser un idiota.
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