Tiene el cabello rizado
y en un constante negro
la abundancia de dios en las caderas
y una risa de colegiala perdida
en la sinrazón de una noche de copas
en las que no cuidó sus praderas.
Tiene un lunar sobre los labios
un estornudo tímidamente tierno
y en los pechos la curvatura
que pretenden mi malas manos.
Tiene la vista cansada y enamorada
de un futuro que nada mejor le proyecta
algunos sueños aún tibios en su maleta
que nada sabe de partir hacia la nada.
A excepción de los lunes y los jueves
ella viene a mí y siempre me abraza.
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