abril 21, 2015

Yo francamente

Ayer, después del sueño interrumpido
por la brutal pelea de dos gatos,
cerré los ojos y vi calmo el mar;
y era abril entre el azul y la noche
pretendiendo en su vaivén para mí
un gesto afin parecido a la calma.

Vi tiernas mariposas atrapadas
por las redes de gente que me odia,
amantes invadidos por la luz
que preña el amor de fiel esperanza,
vi las huellas por mis pasos dejadas
reptando sonrientes por tu cintura.

No hay nada nuevo sino los albores,
la gangrena versada de un poeta
adicto a la soledad de las ramas
que desnudas mi cabeza sostienen,
mi latido rimando incomprendido
a los pies de un arrabal decadente.

Sin embargo tengo mis propios diablos,
mi piedra regresando de la cuesta,
una lámpara dentro de mi cruento barril
que mis manos ni su verdad alumbran
y este sueño esperando un para siempre
donde la luna muere en las estrellas.

Hoy, soy el tipo nocturno que embriaga
la voz de la flor que en azul me quiere
sin deshojar las blancas margaritas,
el chico que dejó de ser un vago
para ser un borracho soñador
escribiendo contra su propia ausencia.

Soy la palabra y el fiero lenguaje
entre las calles que por nada matan,
un latir encapsulado en el vientre
despierto siempre en mi media noche
y soy aquel que arremete su pecho
cuando imagina a su lado tus pies.

No hay nada nuevo si no mi letra
que pende sin red de protección
de tus claros ojos y del abrazo
en el que soy si siento azul tu pecho,
hombro a hombro y siempre combatiendo
la ausencia que me enmarca y me devora.

Sin embargo eres día y sonríes
o ríes a carcajadas y espantas
encantadora al mayor de mis diablos,
y mi habitación rojiza revive
entre los muertos del feroz pasado
y en la sonrisa que a solas te brindo.

Sabes bien que soy un tierno estúpido,
una llama amarilla, un poeta,
un hombre que pretende entre tus pies
un amor y un atinado legado
para todo aquel que brinde la nada
a pesar de su vocación de genio.

Yo francamente cambiaría el todo
por despertar diariamente en tus brazos.

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