Mi poesía
es un latido ingobernable
que sale desnudo y de noche
a pedir limosna en la calle,
es andrajosamente y maloliente,
taciturna y no entiende por nombres
sino por las ganas bajo el vientre.
Mi poesía sin antifaz
algunas veces sonríe mientras se maquilla
y otras veces, llora a solas enardecida
por las olas que no logran hallar mi quilla,
es tan cierta y tan enloquecida,
que continuamente se vuelve amarilla
si las gaviotas en el mar pierden la vida.
Mi poesía es un flagelo
y una constante y ruin estupidez
que precisa más que ahuyentar el mal
que despiertes siendo a quemarropa mi mujer.
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