Me has dado razón mil veces
para no tirarme de cabeza al barranco
en el que los apagados buscan peces
con la boca abierta y panza arriba flotando.
Pero tu sonríes y dios entonces existe
para dar cañas de pescar y lámparas
de aceite y convidas de luz a los tristes.
Ha sido poco tu andar entre las fauces
de la vida con sus dientes bien afilados
y sin embargo, ya sabes bien de qué hablo
por que has sabido bien perder
algunas de tus épicas y rosas batallas
sin restarle alas al vuelo de tu ser.
Hoy no te tengo, pequeño corazón azul
y me haces falta para comprender
mi propia guerra declarada contra el mundo
a costa de latir y nunca jamás ceder.
Para Axel.
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