Yo, a mis mediados años,
con esta cola de demonios rojos
y vilmente alados, con tanto arrabal
emergiendo de mis frías noches
en las que me hacen tanto mal,
busco una rosa para ti y para tus ojos,
para tu sueño en plena madrugada
donde es más cruel el soplo de la ausencia
y el resplandor de saberte enamorada
si sonríes, y para mí te vuelves perfecta.
Yo, con tanto por delante, me cuelgo
algunas veces de la nada por saberme
un soñador que teme siempre a despertar,
desnudo y sin ti, y con retoños de orugas
reptando sigilososamente por mi vientre,
por mi pecho cargado de sales de mar.
No lo sé a ciencia cierta, nena, si te pienso
y te busco entre mis noches desiertas
y encuentro entonces para vívidamente soñar
tu ser, como la manera más tenue y más bella
para cómodamente esperar un mejor después.
Mientras tanto te amo y como imbécil sonrío...
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