Hay tantas olas salvajes
y algunas otras flores amarillas
llegando presurosas a mi playa
emancipadas de corazón y equipaje,
hay dos incandescentes bombillas
manteniendo tanto verso mío a raya
y una estela en desvanecido tono azul
rezando un padrenuestro a mitad de una cruz.
Hoy observé un gato a mitad de la calle muerto
y me sentí morir al ver sus fauces ensangrentadas,
fue como ver desecho mi propio cuerpo.
Hay quien nace para ser a todas luces ganador,
y hay quien nace entre sombras añiles
que lo encasillan por siempre como el perdedor
y yo, simplemente estoy harto de promesas febriles
anesteciando este ritmo insumiso del corazón.
Nadie ha escrito un manual que indique
cómo es debido tratar al malvado poeta,
nadie ha sabido medir la sangre que prescribe
al escritor ni existen cánones ni regletas.
Hay tanto que el poeta calla por su bien
y por el bien de los que más quiere,
que prefiere gangrenarse el pecho desde los pies;
hay tanto latiendo sus adentros malsanos:
sueños remendados, anhelos martajados,
amores que responden al nombre de Janeth
y laberintos crueles donde a menudo se pierde.
Pero hay tantas olas salvajes
que prentenden llevarse
esta verdad y estos versos que te traje.
Para Janeth Hernandez Debes disculparme por esta necesidad de ser poeta...
Te amo, nena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario