Orlando se colgó en su habitación
teniendo apenas veintiún años,
Edgar amaneció un Domingo
a media calle, prácticamente decapitado
y fue impresionante ver su sangre.
Orlando era un chico ejemplar
y Edgar un hijo del mismo Satanás.
Hoy los recuerdo sin quererlo
metido en este cuarto frío y rojizo
que de lleno siempre al arrabal.
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