Una botella vacía rueda cuesta abajo
en las pendientes emancipadas de dios
mientras el infierno se vuelve de asfalto
y los cristales reflejan un rayo de sol
entre el azul y la oscuridad del dorado.
Un vagabundo detiene con su pie la botella
y de la súbita estática nace un dejo de belleza
y la extraña calma que hace girar al mundo.
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