Aprendí a esquivar cortes de machete
recién pasados los cinco años
dentro del baño de una gris vecindad
acostumbrada a vivir a diario la muerte
yo era apenas un niño soñando la mar.
Aprendí a sobrevivir dentro del daño
de los días cuando pretendemos suerte
y en la lengua un sabor distinto a la sal.
Aún hay noches
sin embargo
en que todo ello me duele.
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