Hace unos días quité las telarañas
que habitaban la esquina sur
de mi habitación vestida de rojos,
y en ellas, los cadáveres de dos arañas
crujiendo en la desdicha del olvido
de sus múltiples pequeñísimos ojos.
Pronto tendré revoloteando mosquitos
que no me dejarán dormir de lleno,
bebiendo y escribiendo para ti y contigo.
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