abril 18, 2016

De la ciudad y de ti

La ciudad es una mancha gris
los vagabundos han aprendido
a estar a tono con el día más jodido
las calles son una forma huraña de vida
de la mano de un maestro aprendiz
que sonríe entre el frío y la bebida.

Estoy sonriendo y recuerdo
la avenida donde las putas
ofertan su sexo en los hoteles
donde no son bienvenidas
y los borrachos siempre mienten
entre un par de piernas que no disfrutan
el arte de una buena corrida.

Estoy en el centro de una mancha
de tonos grisáceos y un tanto carmesí
cuando tumbado en el norte de mi cama
el fiero demonio pregunta por ti
mientras mi ausencia del todo te abraza.

Y en la mesa de la cocina un trago
me espera ya con las piernas abiertas
para esbozar mi corazón de borracho.

La vida es un proceso muy duro
en el que lo realmente sorprendente
es darse cuenta que no están
hasta el culo los manicomios
y que el loco a menudo prefiere la muerte
si se sabe carente de futuro.

Sin embargo entre el vaivén de la ola
se encuentra ataviado el aroma del mar
y el canto más dulce de la caracola
que acaricia de nocturna la ciudad.

Yo desde aquí te pienso, por ejemplo
y soy entonces la cruz y soy la cara
de tu moneda más acalorada
después de besarte un te quiero.

La ciudad es una oportunidad presta
para volverla a recorrer enajenado
prendida mi mano en el filo de tu cadera
sin pensar más allá de verme enamorado
redescubriendo la vida de tu mano.

He estado aprendiendo a vivir
de una forma totalmente diferente
y todo ello he de debértelo a ti
por tenerte siempre en mi mente.

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