La noche avanza
estoy tranquilo
con el monstruo que soy
mi batalla es contra mis demonios
y algunas veces contra dios
que bebe de una pila el amonio
justo antes de perder el juicio
en la gloria que ahora nos estanca.
Yo estoy dispuesto con mi letra
y mi navaja sin temor desenvainada
para cortar cabezas en pos de la alegría
para ser quien soy en esta guerra
en la que mis alas están perdidas
pero intuyen un rastro de febril utopía.
Afuera sopla un viento fresco
mezclado con humo de cigarros
y tufos de una evidente ebriedad
cuando no puedo mentir si la certeza
ha de traerme hasta aquí tu aliento
ahora que escribo mis malos trazos
pese a la distancia y el rugir de la mar
tratando de destruir mi entereza.
Soy un buen tipo
sin embargo
la gente que me odia es mucha
y he de sentir sus ojos sobre mí
cuando la miro con el propio cinismo
que a veces promuevo en el abrazo
de las serpientes que me escuchan
sobrio de todo luto y ahora feliz.
La noche avanza
he planchado mi camisa de mañana
mi traje más elegante colgado espera
el primer lance de un obtuso corte
queriendo hallar mi escueta garganta
mientras me disuelvo de forma certera
entre el humo del post-mortem
que no ha me traído aún esta calma.
De buenas a primeras sé bien
que el futuro sin más me pretende
eyaculando naturalmente flores
para desenamorar de mí a la muerte.
Pero la gente que me odia es mucha
y eso es y seguirá siendo mi constante
y yo pongo mi latir en el oído de tu talante
y te pregunto:
¿Tú que diablos en mí escuchas?
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