abril 27, 2016

La mierda de mil moscas

Fresca es por estos lares la noche
sin embargo
siento el dorso de este pecho
febril y sudoroso
atrayendo miles de moscas
revoloteando endemoniadamente
sobre mis pequeñísimas revoluciones,
bombardeando de finísima cagada
todo esto que soy y lo que siento.

Imagina la mierda de una mosca
jodiéndote de pronto la vida.

Me he estado replanteando la idea
de ser quien soy y los conceptos
primordiales que me han hecho borracho
y además de mal poeta, un soñador
lidiando por siempre con los insectos
que poco dañan y tanto me joden.

Mis argumentos no tienen mucho sentido
sin un trago de por medio en juramento.

Y cierro la ventana y recorro la cortina
para revolver a gusto mis cabellos
con la certeza de que nadie me ve,
posando como un loco mis labios
en el filo siempre fiel de mi vaso
pensando en que no habrá más después.

El mundo entero tiene un destino
que va más allá de apestar al tercer día
de muerto y ser devorado por gusanos,
y yo siendo parte de él tuve la osadía
de entretener en mi verdad mis manos
entre sonrisas y demasiados desatinos.

Ahora mismo estoy cansado,
la lucha ha sido demasiado severa
y aquel dios al que no le creo nada
sabe bien que a pesar del licor no miento,
sabe que este brillo se va apagando
poco a poco cuando cierro la nevera
y no proyecto todo aquello que siento.

Ahora mismo, esperando dar la una
en el reloj de las actuales civilizaciones,
aún la noche es más fresca y sudo sangre
y pasiones que quieren ser monjes
para santificarse tras un escudo,
tras un latido que albergó corazones
que enamoraron otrora a la luna.

Y siendo franco, soy todo aquello
que jamás quise ser y los callejones
a media luz me gritan que lo saben,
los arrabales me besan la frente
las putas me abrazan con suma ternura
y las noches frescas me miran a detalle.

Tengo treinta años y mas de mil poemas,
veintitantos cuentos en tonos grises,
el odio y la admiración de tanta gente
y mis vicios tan aunados a la virtud
del borracho que a quemarropa escribe,
y mis raros ideales heridos de muerte.

Nunca tuve razón para cambiar al mundo,
sin embargo siempre tuve pretensión
de hacer mejor al menos un segundo,
todo aquello que pude llamar corazón.

La noche es fresca y estoy desnudo,
estoy bebiendo y fumando mi tabaco
a la espera de disipar los insectos
arremolinados en mi certero tacto,
aterrado con la idea de estar en el error
que me ha nacido desde el corazón.

Imagina la mierda de mil moscas
revoloteando sobre tu multicolor copa
jodiéndote entera la vida
empezando por tu bebida.

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