Se nos acaban los genios andando
a media noche por los andenes de la vida,
la gente que a quemarropa sonríe,
los niños que jugaban en la calle
a la pelota cuando no eran aún prohibida;
se nos acaban acaban las hipótesis
y las inveteradas y malvas teorías
de que la copa se toma siempre del talle
y el factor natural de la plusvalía.
Se nos acaba el poder de pensar
bajo una luz meramente natural
sobre la sal de las olas del mismo mar.
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