Dormir dadas las tres de la mañana,
los tipos con barba, las esponjosas nubes,
las ratas que reinan las alcantarillas,
el medio día, las navajas de afeitar,
el sol, la sapiencia de los ahora muertos,
la ola entre los pies cubriéndome de sal,
la escalera que sube, la serpiente que baja
y el juego de la oca cuando no puedo ganar.
El temblor progresivo de mis mansas manos,
el vicio, la agudeza del metal en la garganta,
el candor de los cirios blanquecinos,
esta nada, los versos que nacen podridos,
el calosfrío que me recorre cruelmente la espalda,
la blanca muerte, la ventana que me exhibe,
el fallo renal dando pie a un coma etílico,
el travesti del cine, mi frente sin guirnaldas.
Morir en el anonimato del espesor del hambre,
los rosedales, la luz de esta mísera bombilla,
un puñetazo que haga brotar mi triste sangre,
mi letra amarilla, los labios de mis quimeras,
el amar a quemarropa sin que amen,
el que me pase todo esto un día cualquiera.
De todo ello tengo miedo.
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