marzo 17, 2015

De mariposas el vientre

Necesito un poco de ron
cada noche -lo sabes, amor-,
tantos y tantos cigarrillos
consumidos por mis fauces
adornando mi triste cenicero,
una pluma de tinta negra,
un cuaderno y estas ganas
con todas sus fieras partes
de tenerte a mi lado soñando
con gatos nocturnamente pardos
mientras yo cuido de tus sueños.

Necesito menos rayos de sol
y más estrellas azules custodiando
estos versos que se descarrilan
cuando el diablo de la ausencia
las manos y la boca me cercenan,
por decir lo que mi pecho dicta
en esta travesía febrilmente multicolor
que recorro cada día al recordarte.

Necesito una visita a la belleza
para saberme latente y vivo
y no esa vil y supuesta grandeza
que me disfraza de gente de mundo
gozando de un hogar reconfortante y tibio,
cuando no soy más que un vagabundo
en la eterna búsqueda de la certeza
del ser que embalsama cada segundo.

Necesito ser más grande que un gigante
y abrazarte, cada noche de penumbras
entre las páginas amarillentas de esta vida
en la que soy, un lucero que no alumbra
del todo tu cintura y tus bellísimas costillas
incrustadas en mi abrazo, desde antes
que declarara para ti mi penosa poesía.

Necesito de ti, tanto que no me basta
tu voz a la distancia anesteciando mi pecho
de calamidades peores que las ratas
royendo en la basura el natural derecho
del hombre, a amar a morir entre las latas
de amores caducos y ahora mismo deshechos.

Y entonces vienes y me encantas
como logras con tu risa desde siempre,
desde antes de posar tu boca en mi boca
para ahuyentar de mí las serpientes
que se burlaron de mi cuello en la soga.

Necesito trece millones de calles
y entrelazada a la mía tu mano
para poder caminar junto a ti
en esta eterna búsqueda del norte
donde el frío me resulte más humano
y en cada mortal cruce te bese febril
como lo hace conmigo la noche.

Ya muchas veces antes de ti,
me hube declarado cual gris soñador
sin la encomienda de tus labios
besando mis palabras en carmín
esta certeza soleada que hallé en tus brazos,
cuando entre tu pecho espero el fin
y el destino equiparado con un dios.

Necesito el nítido estallido de tu risa
dando razón de todas mis estupideces
y necesito todo de ti, nena,
para llenarme de mariposas el vientre.

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