Yo que no busco sino la nada
me encuentro cada día meditabundo
mientras enciendo un eterno cigarrillo
y quito de la puerta la señal de luto,
todo ello cuando vienes y me abrazas
y con tus manos deshaces mis ovillos,
mis títulos fúnebres en letra escarlata
del verso aquel que me vio vagabundo.
Te tengo y en el albor que te espera risueño
devengo de tu piel morena entre mis sueños.
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