Vendí mi alma al diablo
a cambio de saber dónde está dios
y terminé con una rotura de labios
y con un presente sin sol.
Desprecié ambarinos pechos
y curvaturas de radiantes caderas
por la necesidad de hallar lo bello
hirviendo en un verso entre calderas.
Y sin embargo esta noche
mientras lloro también sonrío
por la cobardía que me negó
el saberne bajo las ruedas de los coches.
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