No sé si acaso seas tu o la luna,
el brillo de una estrella parpadeando
por mí cuando mi pecho es una duna
febril en los albores del desencanto.
No solo sé a solas naufragar,
ni hacerme el loco cuando a media noche
escribo esta necesidad de amar
incluso debajo de los coches.
No sé si es tu abrazo o es tu pecho,
tu cálida sonrisa o al cabo tu beso,
no sé si sea yo acunando el derecho
de ser feliz compartiendo tu lecho.
Nena, yo sólo sé que te amo
y que mi alma ante ti
cada noche descalzo.
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