septiembre 20, 2013

De la muerte, de ti y de mis manos

Entre toda esa maraña de idioteces
que a menudo de noche y a solas escribo,
he de buscar no más que las luces de faro
que anuncie el lugar para estar a salvo y vivo.

Sin saber siquiera de mí,
sabes que he cabalgado
hombro a hombro, a la par
de una horda de imbéciles
que sin más me arroparon
por creerme a ellos semejante,
por creerme podrido ya del corazón
y de las ganas, cuando estas ganas
precisan contigo una canción
y un rincón que nada sepa de la muerte.

Entre toda esta papelería que late
queriendo ser el pecho y las manos
conjugadas, puedo poner mi renuncia
en la mesa para situar este deseo

de anidar entre besos y arrebatos
entre la salvedad de tus labios,
después haberlos por tantas noches
soñado sujetos a una luna nacarada.

Y sin saber siquiera de mí,
a este pecho completa te entregas
cuando es la muerte señal en mi frente,
cuando la nada más me corrompe
y de la noche es la luna tu pecho
latiendo, queriendo el impulso
bajo mi vientre que el todo rompe.

1 comentario:

Arya dijo...

Suelen los suicidios
recordarnos que seguimos vivos...

Y sí, salud por ello! :)