enero 18, 2016

Sobre un campo minado

Sobre este campo
tan minado de demonios
y de coágulos de sangre
sigue intacta la espiga
que contra todo germina
en las banquetas de las calles
por las que pastan los unicornios
vacunados al nacer del desencanto.

Estúpidamente sonrío
tengo una espesa fe sin saber en qué
y no me he tirado de cabeza al río.

Hay un pétalo de rosa descansando
entre los pliegues de la palma de mi mano
un descalabro inevitable por los tiempos
donde se subemplea siempre al sentimiento
y hay un poeta sin una escopeta
que muy a menudo quiere dejar de serlo.

Y estoy tendido sobre un campo minado
en el que no lloro ni mucho menos sangro
cuando sonrío y tristemente escribo
acerca de los andares que a solas vivo.

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