Estoy sentado en un banco color verde
justo en la cocina de esta rojiza casa
me miro los pies y después la chaqueta
que ha tenido tanto éxito con esas chicas
que me quieren para escribir un soneto
que hable de sus caderas y de sus tetas.
Todo el mundo tiene un precio
y el mío aún no ha sido encontrado
quizás sea por que bebo continuamente
o por lo aquello de ser un poeta malvado.
Tengo hambre y un poco de fiebre
los temblores del pecho los contrarresto
con aquel elixir del ron blanco
bicarbonato en gárgaras para la tos
desinflamante para el mito del alma
y contra la tristeza el eterno tabaco.
Y estoy aquí sentado en este banco
pensando en las ofertas que he rechazado
y en el día en que sin más tenga precio
y me encuentres en un librero desgastado.
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