En sus ojos un destello carmesí
las paredes de una caracola de mar
una plegaria carente de dios
una locura de belleza extraordinaria
una gota del grifo a media noche
como el golpe de un precoz rayo de sol.
En sus brazos una virgen inmaculada
la tibia brasa de la santidad del diablo
un resplandor visible a los ojos del ciego
la melodía febril en el oído del sordo
y el cantar más encantador del mudo
acompañado de la sutileza del silencio.
En su boca la miel del más lindo azar
y el calor del aliento dado de boca a boca
para resistir día a día el oleaje del mar
sin la necesidad absoluta de la copa.
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