enero 08, 2016

Entre cimas y simas

Estoy tomando un escocés con agua
y fumo mi eterno y amigable tabaco
mientras las luces de las casas contiguas
poco a poco se van apagando
a medida que la gente de mundo duerme
sin saber siquiera de sus vidas antiguas
ni aquello que el futuro les fragua
justo antes de que aparezca la muerte.

Todo esto me resulta un espeso dolor
en cualquiera de mis dos tímidos cojones
tan cargados de vida que no deben dar
por que no sabría posar en los aparadores.

Hace unos días contemplé la catedral
sus rocas milenarias aún de pie
en el umbral mismo de la desesperanza
donde la gente reza salmos y pide
por la salud y por el propio bienestar
por que el licor no traiga remembranzas
y por el tiempo que a todos nos impide
la comunión entera con el pan y la sal.

La fe no me parece más que un Caín
arrepentido de matar diestramente a Abel
por sentirse atraído a beneplácito
por la lámpara cristalina de Luzbel.

Estoy tomando un escocés con agua
y la noche parece venirse encima
mientras fumo mi amigable tabaco
y me detengo entre cimas y simas.

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