Quizás me abraces
por saber hasta tan tarde
de mí y de mis malos pasos
dando tumbos como los ciegos
entre la letra y el eterno trago
que solo reavivan mi corazón
de la manera más vil y cobarde
para esconderte mis huesos.
Quizás sea eso y no más
sin embargo qué bien me sabe
el rodear tu cintura con mis brazos
cualquier día a media tarde
antes de acumular demasiada sangre
y esa tos tan recurrente del tabaco.
Quizás sea eso, lo sé
y no haya jamás un después.
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