noviembre 14, 2013

La opacidad de las ventanas de los trenes

La opacidad de la ventanas de los trenes
muestra más sombríos los túneles poblados
por fantasmas entre los que se mezcla la gente,
entre los que deambulan sin rumbo el silencio
con epicentro en las entrañas y el tibio vaho
que emerge para darle un baño de tina a la muerte.

Y todos somos, eternos viajantes, fugaces pasos,
viejecillas que duermen la siesta mientras el mundo
gira y gira, híbridos y sedientos dromedarios
cabalgados por un moribundo que la vida estira
para mirar las sombrías ventanas de los trenes.

Yo soy de los que miran la nada en las ventanas
o de aquellos que ante ellas los ojos cierran
esperando bajo los párpados, el rojo de la luz
en la que mis fantasmas callan y se gobiernan,
soy de los que se miran reflejados en la cruz
transparente del cristal por el que asoma la febril
oscuridad que me carcome las manos de un bocado
y me deja en la boca tu nombre, tu beso, tu abrazo
la desesperanza en que descansa de noche
este despojo del alma, colgada en un atril.
 
La opacidad de las ventanas de los trenes
muestra más sombríos los túneles poblados
por esta súbita querencia, en la que me tienes.  

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