noviembre 15, 2013

Camino contigo

En el vacío de las noches como ésta
me da por pensar en verdes cipreses,
en la copa de algún diestro manzano
que logró esbozar su fruto sin gusanos
o en la bala que no me pegué en aquel
distante otrora directamente en la testa.

Todo esto, bien lo sé, ha venido
de menos a más en números rojos
entre la ausencia y la acumulación
de la sangre bajo el erizado vientre,
en el después que me sabe a nunca
cuando el mundo sin más gira
y en el balcón asoma el gato de siempre.

Mi espalda padece de fieros dolores,
mi pecho, de saberte y no tenerte
entre esta letra convaleciente de ardores
en los que sólo tu boca me hace fuerte.

He de pensarte tanto y lo sabes,
como haz de saber del pedestal
de arena en el que planto mis pies
esperando un derrumbe y las aves
sobrevolando las ruinas de una verdad
que me ronda los pasos siempre fiel, 
y el cantar de la caracola que hace mutis
y en la que sopla en mar tentando mi piel
a hacerte mía, del todo mía, Mujer.

En este vacío, en esta noche, en este verso
que significa la cofradía de un par de tragos
he venido a sellar esta letra con un beso
que se mantiene insomne y parcialmente
embriagado para comparecer como testigo,
cuando al menos pretendo, caminar contigo.

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