noviembre 22, 2013

Es en tu boca

"Poco puedo decir ante esta luna
en la que incluso mi nada
reflejada al medio día de tus ojos,
resplandece una pasión nacarada
en la que tibiamente sonrío y sobrevivo,
en la que sin hacerlo tu nombre escribo
para salir ileso del cielo y su hondonada..."

Gabriel Salinas.

En el mismo peldaño de mi escalera
predilecta, he de quitarme saco y corbata
y la supuesta grandeza del disfraz de hombre de bien
que de día por costumbre visto,
para volverme polvo y sangre derramada
sobre la imposibilidad de mis lágrimas.

Poco soy, quizás un cúmulo de polvo
o el peor de los rostros sumergidos en el lodo,
quizás un poco menos, quizás un poco más.

Resulta inconfesable esta voz de bajas luces
y su necesidad de ser el blanco de la lumbre
de un pecho que predique para sí el más, 
a pesar de la contrariedad del oleaje
en su vaivén que muertos y malvas quimeras
conjugadas en el estertor del verbo amar.

Pienso entonces en ti
-tengo a pesar de los años esa mala costumbre-,
en mi sobrada ausencia en la que te has metido
para cantar junto a mí
las canciones en las que no mentimos
y sólo somos una molécula impensable,
un arrebato de besos y furtivas caricias,
mientras sigo pensando en ti.

Y entre la fatalidad del suicidio
y esta letra que se calla al no encontrar
la forma ni el papel más puro y blanco, 
me arrancó pétalo a pétalo el pecho
para esbozar con franqueza,
este vacío, este amor cabalgado
a cuestas de la luna a un certero barranco.

Es en tu boca y el candor exquisito de tu abrazo
donde sueño con plegarias y salvos rezos
para que sea mi cuerpo, contigo, quién suplante
el palpitar labio a labio de mis lúgubres trazos
en los que te llevo, y sin más, de noche te beso.

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