mayo 13, 2016

El silencio nunca es bueno

Siempre he sido de los ermitaños
de los que prefieren la gracia a solas
de los que beben sin la sed del sediento
de los que cargan sobre sí sus años
de los locos que escuchan caracolas
que me hacen escribir lo que siento.

Y sabes bien
que soy un asco de persona
y soy un asco de cabrón
que se siente poeta
cuando nada soy.

Sabes bien que la mar
me inunda de noche los ojos
que creo con fervor en lo que hago
y que me mi forma de amar
es similar a la cordura de los locos.

Siento, escribo sobre ello y me deshago
bebo un poco de ron blanquecino
y llevo a mis labios el fiero tabaco
pensando en la posibilidad de estar contigo.

Pero siempre he sido un eremita
y un boxeador vapuleado en la lona
esperando la toalla desde la esquina.

Siento, escribo sobre ello
y trato de rescatar un poco de lo bello.

El silencio nunca es bueno
lo se y así lo siento cuando de noche
un grito me interrumpe un sueño
en el que no soñaba más nada
que la muerte bajo las llantas de un coche.

Siempre he sido un solitario
un camuflado y contemporáneo asceta
un cráneo gris plantado en la banqueta
que algunas tardes febriles florece
con la ayuda del trago
y de sentirse irremediablemente poeta.

Y nunca callo
y siempre escribo
por que el silencio es malvado
y de tonos mortalmente amarillos.

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