Me sé capaz de enfrentar
a tanto hijo de puta en las calles
porque quizás yo mismo lo sea
y por esta hermandad mía
con el rojo irrevocable de la sangre
que de mí sabe y males no me desea.
Nocturno y callejero soy
y estoy mirando siempre por doquier
sobre mis enjutos hombros
a la espera del diablo que muere con el sol
cuando con mi más burda pasión
y embriagado hasta el culo lo nombro.
El arrabal es aún mi hogar
por más que el tiempo lo haya cambiado
y que los chicos cada vez más temprano
se queden sin sueños de brisas de mar
y prefieran mal andar ebrios o drogados
evitando el sabor de esta copiosa sal.
Hace unos días un tipo me quiso robar
y tan sólo se llevo en sus partidos labios
la flor encendida de mi eterno tabaco
por ser lo que apenas le pude convidar.
El arrabal sabe quién es hermano
y a quién le pueden patear el culo
hasta que considere digno el cansancio.
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