junio 18, 2015

Tú sin embargo me abrazas

Dentro de mí cualquiera de tus dioses
no es más que demonio vil y atolondrado
una quimera que sonríe frente al espejo
una serpiente con piel anochecida de fakir
o esa mancha que empaña mis paredes de carmín.

Bebo mucho aunque en dosis aún entendibles
fumo por que mi totem es el del hombre de humo
y lucho cada día por hacer esta vida vivible.

Se bien que soy un monstruo y una quimera
un esperanzador del levante en tonos azules
aquel cabrón que platica con sauces y abedules
sonriendo mientras por mejores suertes espera.

Tú sin embargo tienes fiel facultad y entonces ríes
espantas del camino a las palomas ennegrecidas
ocultas de las infintas sombras el claro de tus ojos
te enterneces de igual manera que enloqueces
cuando miras diariamente el frío del amacenecer
mientras comprendes que siempre será en rojo.

Yo ya no tengo mucho con que impresionarte
mi desnudez total está en cada poema que escribo
en la plusvalía de este latido tercermundista
en los garabatos de esta voz tímida y marchita
en las que a todas horas por tu pecho vivo.

Bebo mucho aunque en dosis aún soportables
fumo otro tanto por que sin ti entretengo mi boca
que se ha cansado ya de ser desechable.

Tú sin embargo me abrazas.

A Janeth Hernandez.

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