junio 03, 2015

Nada resulta más brutal

Nada resulta más brutal ni más inmisericorde
que la soledad cuando halla nido en el alma
en los tambores del pecho, en el feroz hueco
nacido en ambas manos, en una individual cama
concebida para dos, en la carencia de sueños
a media noche despiertos a la espera del sol.

Estoy aquí, reinventado el principio del fin
a la manera antigua, amordazando el negro
que pinta el horizonte de glorias perdidas,
emancipando culpas de los infiernos tersos
en los que cada noche junto a mí te recreo.

Llevo días bebiendo ron y vino tinto español
en un vaso que ya conoce perfecto mis labios,
llevo años enteros fumando, durmiendo poco
y fracasando mucho, queriendo ser el mejor
en esta letra antipática que hacen sólo los locos.

Qué duro es extrañar el abrazo de la estrella
y no sentir entrelazadas a las mías tus manos
que más que cálidas son y seran siempre bellas.

Nada resulta más brutal que no tenerte
y de ello da fe mi propia muerte.

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