agosto 07, 2013

Soy un alcohólico mi amor

Con la carrera atrabancada de ser
alguien he de llegar a casa vuelto hollín
el pecho y en mis papeles he de apellidarme
nadie; y entre estos párpados sin fe
el origen bebe un trago esperando su fin.

Nada me apena más que la voz
que no sale y la aurora que viene a besar
todos mis males, nada me inquieta más
que el filo perdido en la garganta de la hoz.

Soy un alcohólico mi amor,
un emancipador de trágicas comedias
enraizadas en la verbena de los muertos
que han de vivir del pulsar de las manos,
de los cuervos que la gloria asedian,
soy aquel que escribe carcomido por gusanos.

No creas entonces que no he de escuchar
el llamado del mar y de la pira humeante
su cantar,  las sombras no siempre malvas
muy a  menudo entre sus brazos me acunan
y es el mal, quien me lleva al ensueño rebosante.

Hoy no me preocupan las camisas limpias,
el perfecto nudo inglés de la corbata
ni la muerte que en el cadalso relata
la fiereza del amarillo en las noticias.

Soy un monstruo pretendiendo la belleza,
un gato bonsái, la copa de un manzano malherido
por la poda nocturna de la certeza de sus frutos
que hubieron de nacer ante la luz plagados,
soy el verso a la muerte autoadherido
cobijado febril por sus instantes disolutos.

Pero no creas de mi sino el beso
que te busca en carreteras desiertas,
a mitad de la noche en desesperanza
entrechocando mis grises huesos;

Esta noche en que invoco a los diablos
y el rizo incivil de sus colas coloradas,
pretendo que entre las cruces me encuentres
buscando entre un puño de tierra mis labios
y un temblor en las caderas parecido a la muerte.

Soy un alcohólico mi amor,
me lo dice un repentino estertor.

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