agosto 23, 2013

Con la constante cofradía de la noche

Con la constante cofradía de la noche
cual ausencia perfumando los ayeres,
con las manos aún tibias y arrogantes
de sol y nuevos viajes, con la sombra
descosida de los pies huyendo a prisa
del mendicante latido que viste elegante.

Con estas puertas al cielo, abiertas
tan de par en par como las alas del cisne
que encontré a la orilla del lago muerto,
con el Jesús en la boca de los hambrientos,
con el temblor en las manos, con el llanto
que esconde la mar de los áridos desiertos.

Con el silencio despedazado por los relojes
que nunca abdicaron de su marcha y su deber,
con la insistencia pueril de este sueño dorado
que pretende ser un candelabro con suaves velas
al amanecer, con el latido resuelto e insumiso
a pernoctar cual tunante tu pecho nacacarado. 

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