agosto 18, 2013

Cosas de borrachos y de tunantes de la noche

I

Dentro del vaso, ha de caber un dios
que fornica a quemarropa con el diablo
mezclado con hielo y el sabor de tus labios,
y es en ellos donde se posa el itinerante yo
en busca del beso más cierto y más sabio,
a mitad de la noche más fría y su terco vocablo.

Pero de ello, no debes hacer mucho caso
si es que te escribo un desgarrado poema
abrazado a la ausencia después del quinto trago.

II

Tienes esa extraña cualidad
de hacerme sentir grande
aún ajeno a la constante vanidad
contraria a todos mis males.

Y yo que sólo tengo cual moneda
todas y mis más ciertas soledades,
mi capullo de humo y blanca seda,
y mi tiempo que te busca a caudales.

III

Suena un bolero por las calles vacías
y en el bote apenas un par de monedas,
una guitara desgarbada y de amores sombría
teje la ausencia y el acorde cual fina seda.

Y en la garganta de hombre que canta
puede verse un cielo gris y días de hambre,
en su voz la mirada de la muerte que espanta
la aglomeración en el pecho de la sangre.

Y nada de ello importa a estas horas
en que mis letras se adentran al mar;
no sé, sólo te lo tenía que contar...

IV

Tengo un pequeño inconveniente
que de noche sutil el pecho me taladra
una alborada que carraspea en mi garganta
las canciones que hallan pasado en el presente,
un callejón a oscuras donde los perros me ladran
y el mismo demonio con mis huesos se atraganta.

Tengo un pequeño inconveniente
que desaparece del todo de día,
aquella firme convicción del demente
que se viste del andar de la poesía.

V

Hace ya tiempo de mis primeros andares
por el sendero de la letra oscurecida
y de estas ganas cargadas de todos sus males,
hace ya tiempo que no frecuento los lugares
donde la lágrima explota enternecida
por no conocer el punto final de los finales.

Hace ya tiempo que sigo en espera de lo mismo,
un abrazo que empañe la vida y su triste cinismo,
un beso que hasta mis labios llegue trasnochado,
una pausa para recobrar de mis sueños el dorado.

VI

Reposa serena en el cenicero
el alma gris de mi fiel cigarrillo,
cuando la mía busca sendero
para desahuciar un estribillo.

Reposa el licor en la copa
que bebo a sorbos lentos,
cuando el recuerdo viene sin ropa
a encontrarnos moribundos y sedientos.

VII

Como aquel juego que de niños jugamos
a la sombra de un árbol que fue derribado
para construir una carretera para huir del verano,
como el frasco caduco de conservas
que terminó en la basura cercado por un cesto
en el que tiramos los dogmas del arcano.
 
¿No han de comerte los gusanos los ojos,
las vísceras latiendo, los pulmones manchados
de alquitrán y del cáncer aún por gestar,
los sueños resguardados por el cerrojo
de la puerta que alejó de tus pies los prados
cuando en tu pecho quisieron germinar?


VIII

Dadle consejo y en la frente un beso
al idiota que escribe su propio infierno
con la implacable cofradía del verso.

O al menos dadle dos patadas certeras
en el culo, o con él haced lo que debieras.

IX

Qué deslucida es la vida cuando nos muestra
las tripas de un perro que no pudo con la avenida,
qué meramente intrascendente la gracia vuestra
que pasa por ellas sin hallarse conmovida.

La sangre en el pavimento no es para todos
razón suficiente para sentirnos embadurnados de lodo.

X

No es que yo quiera, es que te quiero;
es que la noche y mi verso se enajena
pensando en tu beso y tus caderas
cuando en los bares a solas espero
que venga a mi encuentro la gangrena
y la luna con el escote de cualquiera.

Y han de joderme las ganas y el pecho,
estos labios míos tan acostumbrados a soledades
que palpitan de lleno bajo el vientre,
bajo la piel que me recubre deshecho
la verdad que profeso cual puras beldades
en las que busco situada en el siempre.

Pero no hallo de tu nombre la rima consonante,
ni en la secrecía de tu encuentro el ritmo preciso
que me dicte perderme entre tu abrazo y tus senos,
 y yo que tanto busco un cierto dolor coronante,
un verso que me fluya incivil  y ante la noche conciso
por estas malvas manos entre tu cuerpo y sin frenos.

2 comentarios:

Arya dijo...

"/...Pero, otras veces,
conoceréis la muerte y pensaréis en el amor,
reconoceréis la maldición del paso del tiempo
y os haréis súbditos incorruptibles
de la belleza.../.
L.Casielles


Mis vientos..
para tu hondo respirar.

Un abrazo tierno, always.

Gato Pardowski dijo...

El poeta es el peor de los locos, el más irracional, el más meramente intrascendental en la cuesta de lo sublime... y es su deber, sin duda, buscar la belleza.

Pero yo nada sé de ello aún, Arya.
Yo sólo sé de andar dejando mi letra por estos lares y una decena de abrazos que le debo a quien sin temores me lee...