octubre 28, 2014

Entre silentes ecos

Y entonces una sombra
envuelta entre silentes ecos
presume los alboreos colores
en la piel de lo intangible.

Estamos sólos
-sólos, repiten dios y el diablo-
y no estamos más sólos
-sólos, la coracola y los labios-
por que somos tantos solitarios
codo a codo por las calles
siendo siempre de noche
a pesar de las luces del día.

Alguna vez
recogeran mis huesos
aterciopelados por el musgo
sutil de lo certero
y suturados ya
de pretensiones malvas
en las respuestas
de una boca haciendo mutis
y tán sólo me verás
-craneo, tibias, peronés-
solitario vagar como espuma
echada por la boca
o como ola de mar.

Y entonces
esa sombra entre silentes ecos
viene de pronto a mí
y entre las manos su beso.

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