octubre 08, 2014

Como envejecen de noche

Siendo las diez con veintiseis
de un lunes podrido y rancio
me vence de pronto el sueño
cuando la noche apenas comienza
a quitarse las sutiles bragas.

Estoy envejecido como los álamos
de un parque plagado de vagabundos
mirando sereno y tibio y callado
cómo es que envejece también
a la par, lo peor del mundo
y en realidad no me importa
ya talar o ser vilmente talado
o no me importa mucho.

Los relojes incluso muertos
no son capaces de parar el tiempo
y el tiempo tampoco importa
metido en los huesos carcomidos
de un silencio que ambiciona
la eterna vocación de los muertos.

No creas que no pienso en dios
cada vez que sin más muero
dando penosos tumbos
por las aceras llenas de excremento
de miserables y tristes perros.

La mierda siempre huele a pasado
y en el mejor de los casos
a un presente coqueteando a la muerte.

Entonces el reloj, los lunes
los sueños, la noche, las bragas
los álamos, los vagabundos
el mundo, los huesos, los muertos
dios, las aceras, el excremento
cada día y a secas envejece
como envejecen de noche
los pensares y el tiempo.

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