noviembre 29, 2014

En la oscuridad que me abraza

Lo cierto es que te debo un poema
y un par de abrazos a manera de sol,
o de luna, y también una buena borrachera
con cigarrillos y rumores rondando
por aquí y por allá, cual humareda
de demonios que sonríen naufragados.

Mucho te debo y no estos simples versos
sino tu compañia en la incivil agonía
de hallarse en un mundo ajeno casi sólo
y embriagado de flores de caña y alquitrán
que sin embargo me han sabido a ambrosías.

Pues bien, aquí estoy y si te pienso
irrevocablemente mi pecho podrido ya
articula un te quiero bañado de sal
a pesar de este cielo rojizo y terso,
pero el mundo es un sitio cruel y huraño,
y en él tu sonríes y algunas noches detienes
tu andar para decir que me quieres, cuando
me encuentro más que embriagado, buscando
estrellas en el fondo de mi espeso mar.

Y es entonces, cuando más te quiero
a la luz de mis cansinas y eternas velas
evocando un pasado envuelto en el cielo
naufragado entre malas noches y un vicio
que me lleva a escribirte, por que más no puedo.

En la oscuridad que diestramente me abraza
hay un resquicio de luz reservado para ti
y la brasa tibia del verso llegada el alba.

                                                Para Sharom Arroyo.

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