Hay un punto justo a mitad
de la sombra que va y viene
de mí, siempre con ganas
de más de este verso de arrabal
que del ombligo la sostiene.
Pero el fin del mundo no logra
acercarse a esta tibia hoguera
donde a sus pies. pueda coser
los míos, preñados de la espera
contenida entre letras neceser.
Y no sabré decir jamás
si aquello que he logrado
-el pan de diario, la mirada
recubierta de grisácea sal,
el verso de razón emancipado-
le bastarán para quedarse
junto a mí, cuando sin luces
la ventana le incite a largarse
de este albor mío con sus cruces.
Hay un punto justo a mitad
de la sombra que va y viene
de mí, siempre con ganas
de despertar cubierta del mar
y del levante que a sus pies conviene.
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