marzo 28, 2013

Entre sus huellas marchitas

Vuelvo a ser ese aprendiz
de los pasos no dados,
esa sombra que huye del sol
y en lugar, de abrazarse
a la penumbra de tu mano
recoje las semillas del silencio.

Vuelvo a ser corriente marina
vencida por los peces,
la misma boca que sonríe
desgranada y rota,
las ganas de siempre
tendidas ante la Luna
posada en tu vientre.
cuando el diablo termina
por acunarse tibio
en mi regazo, en mi tinta
negra y sus fatalidades,
entre el papel corrompido
por la ausencia en la que
se acurrucan el desamparo
y la lluvia a caudales,
cuando soy el rocío
del inclemente desierto,
en el que claman mis dioses
embriagados y aún sedientos.

Y así, entre nubes de alquitrán
me embarco y sin más naufrago,
desde un comienzo pretendiendo
nada más que hallar un fiero final
en el fondo más letal de un vaso.

Vuelvo a ser ese daño irreparable
que otrora me partió en tres mitades,
el oleaje nacarado que medita
sobre el vaivén solitario, mientras
a solas se acompaña de la espuma
encontrada entre sus huellas marchitas.

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