agosto 20, 2015

He aprendido

He aprendido
a morirme tan lentamente
que nadie realmente me sabe
cuando postrado en la cama
me ronda por los pies la muerte
ni ha de saber del cuervo
que saliva en mis ojos
noche a noche
esperando por la fría madrugada
mientras burdamente
recibo palmadas en los hombros.

Ayer mismo pensaba en calma
que me desconoció desde antaño
en mi cabello a las tres de la mañana
luciendo febril y no como ahora revuelto
pensaba en dormir embriagado
después de escribir mis tripas
sobre el blanco del papel sin culpas
sin mirar atrás
sin rebuscadas grandezas
sin el sabor caduco de la sal de mar.

He aprendido, es cierto
y soy un buzón de esperanzas ajenas
y soy también
un desesperanzador de los sueños
que sueñan atravesándome
a plena luz del día las venas.

Hoy que bebo sin querer beber
que escribo sin querer escribir
hoy que te extraño como un extraño
no me juzgues si en mi deber
el mañana no pretende vivir.

He aprendido, nena
no sé si poco o mucho
y eso mismo es lo que cercena.

No hay comentarios: