Estoy a estas horas ebrio
y sólo
y entre mis piernas
tiemblan solas mis ganas
de crecer y crecer
para después reducirme
-entre tus piernas-
al punto más poéticamente mínimo.
Yo soy de los que van y vienen
y sin embargo, siempre se quedan
naufragando en el recuerdo del sol
que fue capaz de iluminar mis banderas
adscritas con fe al blanco de la muerte
y a vivir la vida de manera vehemente.
Es cierto que tanta espina de la rosa
en demasía me hace daño
y me duele tanto que evito la sonrisa
de la puta de la esquina
y que antes de dormir embriagado
tu voz late en mis oídos azarosa
y te necesito aquí bajo mi vientre.
Mientras tanto
dios y el diablo siguen jugando
a las vencidas
a pesar de los que beben a solas
y mantienen firme su manifiesto
de besos brindados a la lejanía.
Tu nombre
se ha convertido ya en un símil
de una dura patada en los huevos
cuando dejo de ser un bien del hombre
y es mi alma un artefacto estéril
que no redunda en la noche de tus senos.
Tengo cinco horas para dormir
y después ir terriblemente a trabajar
y yo ya del todo ebrio y sin ti
busco arena y una furtiva ola del mar.
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